El amor de un padre es ciego.
El cliché se cumple dolorosamente, en un nivel extremo, en Cuestión de Sangre un thriller detectivesco en el que el detective es un hombre ordinario que debe enfrentar numerosos obstáculos, entre ellos, el cultural, para demostrar la inocencia de su hija.
En el nombre del amor, está dispuesto a arriesgarlo todo, incluso su propia estabilidad, la libertad, y hasta su vida.
Tom McCarthy escribe y dirige esta historia de suspenso en la que un hombre debe enfrentarse solo frente al mundo para hacer que la rueda de la justicia siga girando y que no se detenga por fatiga burocrática. La ley se cumple por igual, en cualquier lugar del mundo, con enormes deficiencias y con parcialidad. Las simpatías contribuyen a los juicios populares y los extranjeros son sujetos propicios para la culpa.
Bill (Damon) viaja con frecuencia a Marsella. Está obligado a hacerlo pues su única hija Allison (Breslin) ha sido acusada en Francia de haber cometido un crimen atroz, y se encuentra en prisión purgando una larga condena. No tiene más apegos en la vida que el de ella. Su historial es una desgracia. Ha sido un tipo violento, convicto y desempleado. Pero ahora que se siente obligado a hacer lo correcto, ha dejado la mala vida para transformarse en el tipo digno de la confianza que necesita la nena emproblemada.
Inicialmente, la película es lenta y demanda paciencia. Bill tiene una vida rutinaria y triste, afectado por la culpa de haber provocado que su hija se metiera en un problema del que, está absolutamente seguro, ha sido incriminada injustamente. Sigiloso y discreto, es todo un caballero, que se conduce con notable rectitud. En realidad, contiene toda su furia con buenos modales, y libera su lado salvaje cuando la desesperación lo lleva a caminos sin salida. Se sabe responsable de haber sido un mal papá y paga con dolor silencioso el trance amargo de su retoño encarcelado.
Se muestran apaciblemente estampas de su vida miserable hasta que, aferrado a una última esperanza, comienza una nueva vida en Europa, cerca de la chica, buscando solidarizarse y obtener la confianza que de ella perdió. Damon está en plan grande en su papel de tipo gris. Lejos de sus actuaciones grandilocuentes, como estrella expansiva de dramas o de héroe de acción, aquí se luce como un hombre apocado, de bajo perfil, que tiene un gran autocontrol y quien, con la pulcritud de atuendos, demuestra es que se esfuerza por mantener unidas y en orden las piezas de su existencia, colapsada mucho tiempo atrás.
El tercer acto es frenético. En un cruce de caminos de El Secreto de sus Ojos (Campanella, 2009) y Prisioneros (Villeneuve, 2013), el misterio comienza a revelarse con sus horribles certezas, que hacen al afligido padre replantearse todo el crucigrama que lleva años tratando de descifrar.
Cuestión de Sangre es un estudio denso sobre los alcances de la desesperación de un hombre que ya no tiene nada que perder y quien, sin posesiones, se deja conducir por la obsesión, dispuesto a atropellar lo que más aprecia, para sacar a su hija del tormento y obtener redención de sus pecados.
@LucianoCamposG