Thor: Amor y Trueno es una extraña cinta de superhéroes, que se aparta por completo del universo conocido de Marvel.
Es sabido, por supuesto, que en todas las historias del género hay una gran dosis de humor, para que el público infantil y juvenil puedan pasar un momento divertido con aventuras que, como bien se ha dicho, son parecidas a un parque temático lleno secciones que activan la adrenalina.
Pero en esta nueva entrega del prohombre de asgardiano, el director y guionista Taika Waititi se atraganta, al hacer una comedia romántica de acción, en la que la lucha por salvar al universo es un mero pretexto para el lucimiento de su excelente pluma y gran capacidad para elaborar diálogos ingeniosos.
Chris Hemsworth hace, como siempre un gran papel como el apolíneo dios del trueno, de cuerpo perfecto y fuerza descomunal, que se comporta como un caballero, dispuesto siempre al sacrificio por la colectividad. La personalidad de Thor es la de un tipo bruto, ingenuo y torpe, pero adorable. Para darle un giro a su look tradicional, se le presenta cansado de su actividad, retirado y con enorme barriga, como un desempleado deprimido, tomando cerveza frente al televisor y aplastado en el sofá. Descuidado, con barba y en harapos, se desinteresa de todo, como un ser cansado de ser mágico. De salvar planetas y galaxias, no quiere saber nada.
Hasta que decide regresar al ruedo y somete a una disciplina de ejercicios que lo vuelven a poner en forma. En su nueva encomienda, deberá enfrentar a Gorr (Christian Bale) un paria rencoroso que ha decidido emprender, como tarea singular, asesinar a todos los dioses. Thor debe detenerlo, porque el rally de venganza le llegará a él y a las otras deidades que quiere.
En su vuelta al circuito de héroes, se vuelve irónico y se angustia por el regreso de su antiguo amor Jane Foster (Natalie Portman), en forma de heroína, igual que él, y que ahora manipula el martillo que lo hizo legendario. Juntos se encargarán de combatir al malvado que ha secuestrado a un grupo de niños, con la amenaza de destruirlos. Y, por cierto, una vez más, el malhechor necesita abrir un portal en el universo para culminar sus propósitos funestos.
Lo que se ve aquí es más romance que acción, más bromas que peleas, y todo salpicado con un look ochentero y canciones de rock de la época, con aprecio especial por Guns N’ Roses. Es irrelevante que los chicos buenos tengan que enfrentar a arácnidos gigantes, porque el guion no se ocupa de construir un riesgo sólido. Mientras sueltan golpes, hablan de lo que ha sido sus vidas y de su posible regreso como enamorados.
Sorpresimanete, el magnífico Christian Bale pasa desapercibido. Aunque se ve voluntarioso, el guion lo confina a las sombras y a algunos escasos diálogos, sin poder desatarse para mostrar su descomunal capacidad para impresionar en pantalla.
Se agradece que, al menos por una vez, Marvel se despegue del formato tradicional y, por lo menos en tono, le dé un giro completo a su historia. Sí, en teoría muchas personas morirían y sufrirían horriblemente si la pareja no logra neutralizar a Gorr, aunque se sabe, a millas de distancia, que no ocurrirá algún desenlace catastrófico. Es el romance entre los dos, en medio de chascarrillos de sitcom, donde se encuentra el verdadero corazón de la historia.
Son deliciosos los cameos, que el ojo alerta detectará de inmediato.
Thor: Amor y Trueno es una aportación de MCU, que parece cine experimental ultraligero de superhéroes. Por infrecuente que parezca, a diferencia de otras entregas, se disfruta más por el humor que por las esperadas escenas de combate y demolición.
@LucianoCampos G