El orgulloso Kahlen (Mikkelsen) es un militar desechado del servicio y busca construirse un destino. Para ello, selecciona un páramo desolado, un pedazo de tierra estéril donde nunca ha crecido nada, para cultivarlo, con paciencia y método, y obtener de la parcela una cosecha que sea del agrado del rey.
Son tiempos difíciles, en Dinamarca del Siglo XVIII donde la vida no vale nada y donde las comunicaciones tardan semanas, meses, años en concretarse. Aislado en su empresa, pero formado como tipo rudo, Khalen debe enfrentar el asedio del cruel terrateniente De Schinkel (Simon Bennebjerg), que asume que todo el territorio es suyo, pese los ordenamientos oficiales que amparan al aspirante a agricultor.
El intercambio de afrentas es inevitable, lo que desencadena una lucha a muerte con recursos y armas desiguales.
El director y guionista Arcel presenta El Bastardo un drama histórico de corte social, empaquetado en formato de western europeo, donde un hombre justo debe defender su vida y su dignidad de un poderoso abusivo que emula todos los abusos que podían ser materializados en ese tiempo de violencia y carencia de leyes. Lo que pretende hacer el colono, considerado entre los suyos como un bastardo, por su origen nebuloso, es un acto heroico que va más allá de su deber, pues impulsa a un grupo de desarraigados a tomar posesión de una tierra que le ha sido dada legítimamente, pero que un hombre con formas agresivas le quiere arrebatar.
Con un impresionante manejo de arte, para trasladar la acción a una época de casi tres siglos atrás, la película se vuelve una crítica por la oposición que siempre ha existido contra los migrantes, por considerarlos incómodos e indeseables, por el solo hecho de ser extraños. Como ocurre en la actualidad por los flujos de desplazados que van de África a Europa, principalmente, estos hombres y mujeres que buscan arraigarse a través de la siembra, se juegan la vida, arrostrando corrientes opositoras basadas en la prepotencia.
Es entonces cuando la terquedad de Kahlen se convierte en una virtud, pues requiere de determinación a prueba de balas, con un franco desafío a la muerte, para poder alcanzar la meta.
Aunque aporta escasa novedad temática, no deja de ser una pieza original, por cuanto revela un episodio del pasado de una realidad remota que se parece mucho a cualquier epopeya universal. Porque lo que este hombre hace es una historia que merece ser contada. No solo invierte esfuerzos en conservar la tierra, si no que busca crear una familia que se fue creando de manera inesperada. Esa forma de afecto primero era el surgimiento de una unión por necesidades que después se fue transformando en amor.
Aunque tiene escenas de acción, batallas y algo de sangre, El Bastardo se aparta, por completo del cine comercial que se produce en Estados Unidos, y se convierte en un drama muy sólido de época, que gustará por su temática solemne.
@LucianoCampos G