Cualquier persona que se encuentra al borde del precipicio, hará lo que sea para salvarse.
En Modo de Supervivencia, un carismático líder lleva a un grupo de personas a su campo de entrenamiento privado, para prepararlas, de diversas maneras, ante una conflagración mundial que se avecina. No se sabe qué es. Solo se hace referencia a una situación apocalíptica que pillará desprevenida a toda la población, menos a ellos.
Este gurú de la autoayuda práctica, experto en temas de seguridad, como defensa, armas, emboscadas y tácticas para mantenerse vivo en situaciones hostiles, conduce los ejercicios, en un apartado rincón del bosque. Hasta que sobreviene una inesperada tragedia y aquel retiro paradisiaco para enfrentar el fin del mundo, parece convertirse el sitio en el que todos dejarán sus vidas.
El film canadiense, que presenta el director Patrice Laliberté en Netflix, es una metáfora sobre los peligros que acechan detrás de una conducta colectiva motivada por el miedo. En tiempos de Covid y otras amenazas invisibles, el mundo debe estar listo para responder las acechanzas. En estos escenarios lo que importa es sobrevivir y defender el patrimonio al precio de la sangre, si es necesario.
El gran acierto del film es su austeridad narrativa. Aunque el escenario al que acuden los aprendices es como un palacete rústico en un lugar nevado, en lo que pareciera una producción mayor, en verdad se revela como una historia pequeña, de elementos muy básicos, que presenta numerosos giros inteligentes y bien llevados.
Nadie sabe lo que sigue. Lo que parecía ser un modesto resort para amantes de los deportes extremos se convierte en una antesala del averno, porque el plan se viene abajo por el lamentable accidente. Aunque aparenta mantener la calma, el líder pierde su condición de guía y abandona el sentido de la realidad, motivado por una serena desesperación, que lo conduce hacia estados cada vez más atroces y violentos.
Pero la violencia debe ser respondida de igual manera. Comienza una cacería y termina el diálogo. Aunque entre ellos algunos corren despavoridos, algunos responderán los golpes. Se emprende entonces, un juego de gatos y ratones, que avanzan en un terreno lleno de trampas mortales, elaboradas con sistemas sofisticados de electrónica y satélite. En esa fortaleza inexpugnable, hecha para la protección en el día del juicio final, nadie puede andar sin conocer los senderos donde acecha la muerte.
Llena de suspenso, sangre y bien cuidados momentos de acción, la cinta transcurre rápida y con numerosos sobresaltos.
Modo de supervivencia es una variación de esas historias desesperantes del escape imposible.
John Boorman lo consiguió con la clásica Amarga Pesadilla (Deliverance, 1972) y Walter Hill consiguió hacer una odisea mortal en el bosque en La Presa (Souther Comfort, 1981)
@LucianoCampos G