Jennifer Lopez es una asesina infalible y despiadada, que debe arriesgarlo todo por su hija en La Madre la más reciente apuesta de Netflix por hacer de la diva una estrella de cine.
Pero, por más esfuerzos que haga la también cantante, por posicionarse en la pantalla, es difícil tomarla en serio, cuando toma papeles como este, en una producción de gran presupuesto, que busca disfrazar su naturaleza temática de película B, con una impecable factura técnica. En medio de la borrachera de tiros de precisión y explosiones, los escritores se olvidaron de presentar una historia verosímil, y optaron por hacer un guion sencillo y de fácil digestión, sin importar los enormes agujeros de lógica que se quedaron descubiertos en el nombre del entretenimiento.
JLo es una pistolera de elite, sin nombre, que luego de servir como agente secreto se involucra con mafiosos, uno de los cuáles la deja embarazada. Obligada a huir, deja a su bebé recién nacida en manos de padres civiles, pacíficos, ajenos a los asuntos relacionados con la seguridad. La niña crece saludable hasta los 12 años, cuando el destino las alcanza. Entonces debe dejar su vida en la oscuridad para patear traseros.
Lanzada recientemente en streaming, la cinta es puro entretenimiento de evasión, para lucimiento de la estrella. Dirigida por Niki Caro, va dirigida a un público obligado a soslayar las brutales inconsistencias en la historia, justificadas con eso que se llama licencia creativa.
Como matona de belleza imposible, en cada toma la subactuada Lopez parece lista para saltar a la pasarela, pese a su gesto endurecido por años de sufrimiento, al estar lejos de su amada hija a la que fue orillada a abandonar. Presentada como una señora socialmente inepta, incapaz de dar afecto, luce como una espía super sexy que cautiva a sus amantes, narcos de caricatura.
Gael García Bernal, es el cliché del criminal latino, machito y degenerado, cautivado por las rotundas caderas de la asesina. Joseph Fiennes, británico, sheakespireano, es también otro malvado incompetente, que tiene como objetivo eliminar a la chica, aunque moviéndose hacia el fracaso, con un ejército de pistoleros que lo siguen.
El espectáculo es ver a la Lopez en fuga. Ya se sabe que tiene un alto entrenamiento y está lista para sobrevivir a cualquier ataque y eliminar al más peligroso obstáculo. Pero se mueve entre enemigos como si estuviera en el escenario, haciendo una coreografía para la multitud.
Con cara de palo, que no resta nada a su natural sensualidad madura, esta Madre es una especie de Jason Bourne en forma de mujer empoderada. Aporta una gratificante cuota de género, frente a la profusión de cintas de varones heróicos que salvan el día, pues ella se mueve con igual habilidad y arrojo. Y sus esfuerzos son más valiosos, porque es movida por amor. Ella, tan dura en su disciplina como killer, tiene sus propios sentimientos maternales que la impulsan a proteger a la cachorrita, aunque no esté a su lado.
Se reúnen, en esta heroica aniquiladora, las habilidades de la Agente Salt, Ellen Ripley, Ava y Atomic Blonde, pues no existe poder humano que consiga reducirla, aunque tenga que enfrentar a una armada entera.
La Madre deja una sensación desagradable, pues es muy marcado el desdén hacia el espectador. Aunque amplía el rango interpretativo de Jennifer, enfundada en el traje de heroína de acción, no es posible digerir una historia con estas situaciones que rebasan lo que se considera una aventura, para alcanzar niveles absurdos, con una anécdota difícil de aceptar como posible.
@LucianoCampos G