El general genocida es encontrado culpable de sus crímenes, pero, pese a ello, es absuelto. Se va a casa impune, pero los familiares de sus víctimas lo rodean, en un plantó callejero y con sus letanías y cantos de protesta, impiden que tenga una vida tranquila.
Entonces, el remordimiento es el que se encarga de ajustar cuentas.
La Llorona (La Llorona, 2019) es un inteligente drama que mezcla terror sobrenatural y política, con una leyenda ya conocida en el subcontinente latinoamericano. Ubicada en Guatemala, se concentra en los asesinatos masivos que ocurre, en Centroamérica, una de las regiones más inestables del planeta. En poblados aislados, la gente inerme es masacrada, y no existe poder humano que juzgue a los perpetradores, que pueden volver a sus existencias sin temor a las consecuencias.
El director y guionista Jayro Bustamante le encuentra un giro nuevo a la historia prehispánica, para ubicarla en una realidad de palpitante inquietud. Toma el caso de un sátrapa que se ha encumbrado políticamente y ha prosperado, luego de todas sus tropelías de décadas previas, sin que la justicia consiga tocarlo.
Pero es en su residencia donde debe pagar el precio de sus atrocidades. Aunque vive en libertad, está en una cárcel. Los dolientes lo rodean y le impiden salir, y vivir en paz. Día y noche escucha, como una forma de silencio desquiciante, el murmullo de la gente indignada, sus cantos de protesta, sus rezos.
Su hija, que es como una forma de conciencia de la familia, lentamente descubre el monstruo con el que vive, y que siempre había conocido como padre protector.
Los trabajadores de la casa, tratados con desprecio, renuncian cuando saben que el hombre es absuelto, por lo que es necesario reclutar nueva servidumbre. La llegada de una joven trabajadora doméstica rompe el frágil equilibrio que hay, en una atmósfera cargada de crispación. De belleza indígena y un pasado misterioso, la joven comenzará darle forma a los horrores del general, desquiciándolo para que enfrente sus actos, con proyecciones oníricas que lo vuelven a escenarios que quería olvidar.
Afortunadamente, el terror aquí se aleja de sus formas ordinarias de sobresaltos e imágenes grotescas. En la interesante propuesta narrativa, se concentra en la presentación de pasajes de un pasado remoto en comunidades aisladas, y su eco en el presente, con un paulatino deterioro mental del asesino que, enloquecido por la paranoia, siente crecer el infierno en su cabeza.
La Llorona es una cinta más política y social, que de horror, que busca proporcionar consuelo, como mínima forma de reparación. Bustamante le dice a las víctimas que los homicidas no pueden estar en paz, aunque hayan eludido el castigo legal. Con las manos llenas de sangre, serán perseguidos eternamente por aquellas personas a las que degollaron. Y le advierte a los genocidas del destino que les espera, perseguidos por las evocaciones de sus abusos.ora a las estrellas vacías a alcanzar la cumbre.
@LucianoCamposG