El Turista comprueba que la presentación de dioses de la taquilla no asegura el éxito de una película.
Johnny Depp y Angelina Jolie no necesitan presentación. De hecho son dos de los mejores actores de sus respectivas generaciones y juntos le han dado forma a Hollywood en el nuevo milenio.
Es extraño que su nueva película sea una mezcolanza desabrida de géneros que no terminan por cuajar.
Aunque se vende como película de acción hay muy poco movimiento. Como comedia tiene escasas carcajadas. La intriga internacional está floja y la parte romántica es inverosímil.
Ni hay tensión, ni hay emoción en la aventura ubicada en el inmejorable escenario de Venecia.
Parece que el grave error de esta cinta, convertida en un gran equívoco, estuvo en la producción, que decidió asignar el trabajo al director Florian Henckel von Donnersmark, que había ganado el Oscar por mejor película extranjera con La Vida de los Otros del 2006.
El realizador alemán hace una cinta rígida, demasiado formal y con una intención indefinida. Desacostumbrado, como se ve, a la acción, hizo que sus protagonistas estuvieran siempre contenidos, sin chispa. Parece que otro error fue evitar que ni Depp ni Jolie empuñaran una pistola o que los dos tuvieran muy escasa acción.
Depp es un turista americano que es involucrado en una persecución por Europa por la misteriosa Angelina Jolie, que lo seduce en un tren y lo convierte en objetivo de una siniestra organización criminal.
Extrañamente, la película se alarga en el primer acto, con una presentación de personajes que resultan muy poco atractivos, en una trama en la que no aparece la tensión.
Luego aparece el conflicto que es también muy poco impresionante, hasta llegar a una resolución de clímax aguado, indigno para una producción mayor.
Aunque son excelentes intérpretes y sus trabajos son de primera clase, Depp y Jolie adolecen de una marcada falta de química y nunca aparece el suspenso erótico que debería surgir entre dos personalidades tan seductoras, compartiendo peligros en una ciudad exótica y un entorno irresistiblemente romántico.
Extrañamente, el guión elaborado por el también ganador del Oscar Cristopher McQuarrie (Sospechosos Comunes, 95), ronda los terrenos de la farsa con un inesperado número de baile en el momento menos propicio, tratando de proporcionar algo de emoción en una película que, de origen, estaba irremediablemente perdida.
Es mejor que Jolie regrese a sus trabajos de acción en los que elimine obstáculos con puntapiés voladores y ráfagas de plomo. En esta cinta se ve extremadamente esplendorosa, vestida con sus trajes de coctel. Demasiada belleza es irreal, como lo es su paso majestuoso en medio del salón de baile en el que absolutamente todos voltean a verla.
Depp debe seguir bajo la tutoría de Tim Burton, o enfundarse de nuevo en el traje del capitán Sparrow, que es lo mejor que ha hecho en los últimos años.
No fue buena idea juntar a Depp y Jolie.