Tomasz es un joven inteligente y voluntarioso, pero también mentiroso compulsivo. Despojado por completo de escrúpulos, hace lo que está a su alcance para alcanzar la meta. Incluso recurre al crimen.
Este veinteañero es una especie de Talentoso Mr. Ripley, que crece en el competitivo ambiente de la mercadotecnia de Varsovia. Es experto en sistemas y en redes sociales, y subvierte por entero el sistema político y social para obtener su revancha contra el mundo, que lo rechaza de manera sistemática.
Hater (Hejter, 2020) es un asombroso thriller polaco presentado por Netflix que muestra el lado oscuro de la propaganda, y la facilidad con la que los expertos de la imagen manipulan las preferencias de la ciudadanía. Basta una campaña medianamente bien elaborada para encumbrar a una figura política o para destruir su imagen. Y en medio de esa vorágine de mensajes que cruzan en la red se encuentra este joven oportunista, que trae su propia agenda.
Maciej Musialowski es magnífico como el fraudulento Tomasz quien, desde el inicio, se muestra como un tramposo que recurre a las más absurdas patrañas para salirse con la suya. Cuando se da cuenta de que no cualquier persona se traga sus argucias, aprende pronto y se sofistica. Envalentonado por sus primeros éxitos ilegítimos, comienza una vertiginosa carrera hacia la cumbre aprovechando todas las ventanas que le proporcionan la casualidad, el destino y sus embustes cada vez más refinados.
Europa arde por el tema de los refugiados y los inmigrantes. El chico se encuentra en su elemento, en una sociedad confrontada por la confusión global sobre las oleadas de desplazados y la creciente xenofobia que amenaza a todos. Se aproximan las elecciones en la capital del país y los candidatos se confrontan de manera despiadada, utilizando recursos carentes de ética para avanzar en las preferencias.
Tomasz entra en un doble y hasta triple juego para servir a varios amos, alimentando sus propias ambiciones, con un plan astuto y audaz, pero con algunos componentes siniestros que, de concretarse, pueden cambiar la historia del país.
Su fortaleza se encuentra en las redes sociales. Millones de jóvenes, hipnotizados frente a sus teléfonos móviles, pueden ser fácilmente manipulados y conducidos como borregos hacia el redil de uno u otro político. Es tan sencilla la forma en que se puede hacer que cambien sus filias, que con un solo clic provoca movilizaciones de apoyo y de repudio. Puede hacer que la gente ame a los extranjeros recién llegados o que los odie. Depende del contenido más seductor que reciban.
En el fondo es él quien se está afectando con tanta exposición a la orgiástica confraternidad virtual. Él es quien se convierte en el principal encolerizado de sus propias ideas. Sabiendo que prácticamente no existen sanciones a las faltas cometidas en un ciberespacio escasamente regulado y vigilado, puede hacer lo que quiera. Es evidente su desprecio por los congéneres, incluso por quienes lo aman y lo admiran. De alguna forma subconsciente, busca su propia aniquilación, aunque solo consigue más adeptos y más aprobación de quienes integran el círculo que lo protege, y que se encuentra desprevenido frente a sus súbitas perversiones.
A fin de cuentas, en medio de un mundo convulsionado por problemas colectivos, el muchacho se convierte en una figura para temer, más que para admirar. No es siquiera un antihéroe. Es, más bien, un hijo de perra de quien se espera un error para que enfrente sus abominables atrocidades.
Hater es una cinta inteligente y original. Imperdible.
@LucianoCampos G