Janiyah (Taraji P. Henson) está rebasada por todas las circunstancias de su vida. Al borde del colapso, se aferra, con sus últimas fuerzas, a lo que ha sido su vida normal. Pero lo que parece ser una fatalidad programada le impide desarrollar su día con normalidad.
En su desesperación, estalla con violencia y se coloca en una situación al límite. La mujer trabajadora se convierte en un sujeto peligroso, enemiga del vecindario.
Harta es un drama de reciente estreno en Netflix que habla de la neurosis del ciudadano agobiado por las responsabilidades, ante la indiferencia de una sociedad que lo ignora. Para ella no hay salida a sus problemas. La mujer es una madre soltera negra al borde de un ataque de nervios. Como reflejo de Michael Douglas en Un día de furia (Falling Down, 1993), Janiyah va acumulando lentamente su frustración.
En el trabajo, el jefe es un imbécil desconsiderado; en la calle, un policía racista la amenaza y le choca el coche; en la escuela, las autoridades se llevan a su hija por estar mal atendida; en el banco, no le quieren cambiar un cheque.
Todo se va acumulando en forma de hartazgo hasta que se revela una situación ácida y desagradable, que la lleva a un extremo insospechado.
Transformado su enojo en una tensa situación de rehenes, la mujer sabe que su vida, como la conocía, ha dejado de existir y todo se dirige irremediablemente a la perdición.
Henson, como es su costumbre, hace un papel comprometido, aunque a veces se excede, como si el director no le pusiera límites o le permitiera desarrollar el personaje con total libertad creativa. Sin restricciones, ella se convierte en un cliché junto con las situaciones por las que atraviesa, como si se metiera en un pasadizo de fuego.
Lo que parece ser una crítica social sobre la marginación forzada de sectores desfavorecidos se convierte en comedia involuntaria. Janiyah necesita desesperadamente llegar a tiempo al banco, pero algo en forma de fatalidad se lo impide. Luego llega tarde al aula, y el gerente se enfada. El sistema político le falla a ciertos sectores vulnerables de la población, pero aquí es como si ella resintiera toda la furia de la comunidad por el solo hecho de ser pobre, no contar con respaldo familiar y romperse la espalda para trabajar en busca del sustento de su hija pequeña.
Todos los personajes, incluso los buenos, son como caricaturas representadas dentro de una farsa comunitaria. Por ahí aparece la policía empática, que va en contra de todas las opiniones para colocarse del lado de la sospechosa, porque ella también ha padecido un drama similar. Incluso se enfrenta a un risible agente federal carente de empatía, dispuesto a someter a balazos a la supuesta criminal.
Tda la tensión se concentra en la mujer, pero con un peso emocional que la rebasa. Es digna de compasión hasta que se revela un giro sorpresivo, casi inverosímil, que recompone toda la historia desde el inicio. Porque el final es una celebración al ingenio desbordado del escritor y guionista Perry, que se mueve hacia el tremendismo sensiblero.
Harta es un drama extremo y divertido, trascendente solo como entretenimiento dominical y pasajero.
@LucianoCampos G