
En Fight or flight, traducido, literalmente en Pelea o vuela, Lucas (Hartnett) es un tipo misterioso con aspecto de vagabundo parrandero. Un día, mientras descansa la resaca en Tailandia, recibe una llamada urgente que le cambia la vida. Debe abordar un vuelo hacia Estados Unidos para detectar y someter a una persona, criminal de alta escuela, objetivo prioritario en su país.
El problema es que decenas de sicarios suben a la nave con el mismo objetivo.
El trayecto se convierte en un viaje alocado lleno de acción, con forma de lucha campal entre asesinos altamente entrenados tratando de eliminarlos a él y a su protegido. Pero hay un factor que desconocen los caza recompensas: bajo el aspecto indigente se esconde un superagente encubierto, sobreviviente de numerosas misiones suicidas.
El director Madigan crea una soberbia comedia de acción, con la oportunidad de ver a Hartnett en un papel inusual, con una desconocida vis cómica. Lueg o de hacer papeles dramáticos y circunspectos, ahora se concentra en hacer reír. Y cumple bastante bien.
De reciente estreno en Prime Video, recuerda, de inmediato a Tren Bala (Bullet Train), con Brad Pitt como un tonto sicario metido en una máquina veloz tratando de sobrevivir a una lucha de matones.
Acá, Harnett se ve espectacular como Lucas Reyes, permanentemente ebrio o sedado, enfrentándose a una horda de pistoleros esmerándose, en bola, por sacarlo de la jugada. Con peleas exhaustivas, llenas de coreografías perfectamente coordinadas al estilo de Jackie Chan, se va desarrollando una historia sencilla pero llena de giros inteligentes.
Hecha para entretener con humor ácido, la producción se apoya demasiado en las escenas grotescas de asesinatos, con una profusión de sangre y violencia extrema que, pese a todo, no horrorizan. El manejo de las situaciones es tan desenfadado que las muertes terminan por provocar risas, entre tantas situaciones disparatadas y con maleantes pintorescos y caricaturizados.
Destaca, en todo el caos, la determinación con la que Harnett desarrolla su papel, en lo que representa un relanzamiento de su carrera apagada en los últimos años. Crea una química fantástica con Chandran para convertirse en una pareja improbable de objetivos de los pistoleros.
No es para tomarse en serio, pues todo está disparatado, inverosímil y fuera de proporción, desde las intenciones de los perseguidores hasta los modos de los pilotos para buscar el manejo de la crisis en el aire, mientras hacen sus propios planes futuros por ser testigos privilegiados del tumulto en el aire.
Aunque es una película de acción, todo lo visto en Fight or flight es una comedia de aventuras, con situaciones descabelladas, hecha para pasar un muy buen rato. Es tan ligera y hasta tonta que, pese a las muertes cruentas y la profusión hemática podría ser una cinta para que la vea cualquiera.
Es para divertirse y pasar un muy buen rato.
@LucianoCampos G