
El mundo se ha convertido en sitio irritable. Por cuestiones climatológicas, sociales, industriales y culturales, la población tiende a separarse a los demás. El respeto se ha transformado en una forma de rechazo. Lo que es extraño representa una amenaza a la que hay que eludir o simplemente, respetar.
En este entorno hostil vive el niño Auggie (Jacob Tremblay), en edad escolar, que no quiere ingresar a la primaria debido a que tiene un aspecto físico que, cree, lo hace parecer un monstruo. Tiene múltiples cirugías en su rostro y teme al rechazo de los demás niños que, supone, lo rechazarán por su apariencia.
Extraordinario, es la cinta que presenta un momento crucial en la vida de este pequeño, que a los 10 años, enfrenta a la sociedad, después de haber vivido recluido en casa, educado por su madre (Julia Roberts), quien entiende la necesidad de exponerlo al roce dentro de la comunidad.
Con grandes actuaciones, principalmente la del pequeño, la cinta se mueve de la solidaridad a los aspectos crueles de la existencia. La humanidad está llena de amor, pero también de depredadores sociales que, movidos por una enfermedad espiritual, lastiman por deporte o por un complejo de inferioridad que subliman con la violencia física y verbal.
Basada en la novela de R.J. Palacio, la conmovedora anécdota de corte familiar se centra el Auggie y lo muestra como un ser inteligente y desvalido, que es perfectamente sensible a los movimientos de su entorno y aunque pretende enfrentar la adversidad con valor, termina llorando de impotencia, porque no puede transformar inercias que desde siempre han moldeado la forma de vida gregaria. Por más que busque abrir su espíritu para mostrarlo, en lugar de su cara, existe alguien que intentará recordarle que es diferente, extraño, feo.
Aunque el tema, cinematográficamente rentabilísimo, ha sido tratado de manera recurrente en cine, Chbosky presenta Extraordinario como una producción especialmente diseñado para jóvenes del nuevo milenio. El ambiente, de clase media alta, es aséptico. Los problemas aquí no son pecuniarios, si no meramente conductuales. Un niño está condicionado por su aspecto y sus compañeros deben aprender a comprenderlo. En el acercamiento, existe un intento de adaptación mutua pues, según se propone, los niños nacen moralmente puros y son sus mayores quienes van formando su comportamiento futuro con buenos y malos ejemplos.
Pero Auggie, como un niño de voluntad indeclinable, se esmerará por conquistar todo y a todos.
Aunque la cinta es repetitiva, por presentar de manera constante las múltiples facetas de la discriminación, mantiene su interés y ritmo. Desafortunadamente, el formato hace que la trama se desenfoque innecesariamente, pues presenta el punto de vista de varios involucrados, cuyas personalidades si bien convocan a la simpatía, se desarrollan en torno al chico, quien es el alma de la historia.
El actor canadiense Jacob Tremblay ya había asombrado al mundo como el niño victimizado por el encierro en La Habitación, una interpretación por la que se demandó una nominación al Oscar, que no llegó. Aquí vuelve a sorprender como el niño especial, tratado como un discapacitado, bajo unas plastas de maquillaje que lo muestran con insólita elocuencia su deformidad.
Bajo esa caracterización de plástico, consigue proporcionar otra actuación memorable y estrujante, como el niño que se desespera porque quisiera ser normal.
Extraordinario es inspiradora. Invita a superar la adversidad con la fuerza del corazón.