Almut (Pugh) entra en crisis cuando es notificada de la gravedad de su padecimiento. Su pareja Tobias (Garfield) está ahí para hacerle compañía. Pero a veces las situaciones se ponen densas, pesadas e insoportables.
El tiempo que tenemos es un doloroso recordatorio de lo efímero de la vida. Almut es joven y bella. Ha comenzado a vivir en realidad y el destino la sorprende con una mala jugada. Lo que sigue es un camino lleno de improvisaciones mezcladas con mucho sufrimiento y pocas alegrías; todo es necesariamente sinuoso y nada sencillo, pues el final se ve cerca.
El director John Crowley crea una historia fragmentada, con saltos en el tiempo para enseñar el paso de la alegría total a la devastación completa, con recorrido por momentos de intimidad y reflexión sobre un proyecto de vida compartido.
La cinta de corte íntimo, filmada mayormente en espacios cerrados, contempla las vidas de dos jóvenes apuestos que se encuentran por azar. Pero estaban destinados a hallarse en el planeta caótico. Hay una decidida intención de los dos por hacer que prospere la vida común a través del amor y la amistad.
Después de ensayar, con vacilaciones, un acuerdo para convivir en condiciones equitativas, deciden dar el gran paso para unirse, mudándose al mismo departamento.
Una situación lleva a la otra. La reticencia inicial para convertirse en familia con descendencia parece convertirse en una opción inconscientemente obligada, pues sienten la urgencia de dejar un legado en el mundo, principalmente ella, asediada por un padecimiento de evolución incierta que puede trastocar todos los planes.
La cinta es a veces brutal. Muestra a los amantes nuevos, emocionados por la algarabía de la felicidad. Pero luego va al punto en el que ella comienza a sentir el cuerpo destruido por dentro, sin remedio. Es ahí donde se hace plenamente consciente de la importancia del reloj y el calendario. Todo debe apresurarse, pues hay un desenlace inminente.
Lo que se impone, aún por encima de la tragedia, es el impulso amoroso. Almut está desesperada, pues siente la necesidad de dejar un legado, contrario a los consejos de los médicos. Quiere hacer algo para la posteridad, pero se le indica reposo obligado. ¿Quién es alguien para indicarle obligatoriedades, cuando se encuentra en una situación extrema de decisiones existenciales?
Aún en contra de lo que desee la familia, ella tomará sus propias decisiones para ajustar su agenda a la premura de lo que sigue.
Pugh y Garfield están en un plan grande. Sus actuaciones son apacibles, pero revelan la tormenta callada gestándose en sus entrañas.
Ella participa en la gran escena de la película con una humildad magnífica, al generar el milagro de la vida en una situación extrema, y en circunstancias de tabloide.
Inexplicablemente la cinta es promocionada como comedia, cuando, en realidad, es un drama extremo sobre el siempre sombrío tema del cáncer y las consecuencias que esto provoca en el enfermo y su familia.
Al final, lo que Crowley deja es una reflexión sobre lo realmente importante. Pregunta qué haría una persona con cada segundo de su tiempo, si supiera que está en una cuenta regresiva.
El tiempo que tenemos es una linda historia para pensar en lo que a cada uno le queda de vida.
@LucianoCampos G