
El cine insólito de Wes Anderson solo puede ser descrito a través de aproximaciones, pues no es sencillo trazar sus significados con frases concluyentes.
Temáticamente es originalísimo, pero mucho más lo es su propuesta visual, que convierten sus películas en un género aparte.
En El Esquema Fenicio Zsa-Zsa Korda (Del Toro) es un empresario que ha sobrevivido a múltiples atentados, emprendidos por sus enemigos y por gobernantes, que lo quieren sacar del juego financiero. Para prevenir incidentes posteriores, deja como heredera en vida a su hija Liesel (Threapleton) una monja adicta a la nicotina que, pese a la fortuna que recibirá, quiere mantenerse ajena a los negocios.
En tanto, hay un intrincado esquema de financiamiento para una serie de obras que el magnate va a construir y que debe capitalizar con recursos que busca extraer de diversos accionistas.
Más o menos por ahí es la trama de corte rebuscado y con un tono experimental, para generar desconcierto y buen humor.
No es sencillo seguir las aventuras de padre e hija, que entran en larguísimos e interminables diálogos, entre ellos y con numerosos invitados, a sus cavilaciones sobre la miseria de ser un millonario, los problemas que genera la riqueza y el juego del capitalismo usado para manipular voluntades y comprar lealtades.
Lo mejor es no enredarse tanto en cuestiones de la bolsa de valores y disfrutar un encanto visual lleno de lugares comunes de la filmografía de Anderson. Se recicla, aunque siempre con maestría, con sus escenarios acartonados y teatrales, siempre con colores pastel y con tomas encuadradas con simetrías perfectas y fotocomposiciones armónicas hasta la caricatura.
Las maquetas están en todos lados, así como las recreaciones de eventos enmarcados por teatrinos, de gran escala donde se desenvuelven las situaciones absurdas de todos los personajes que desfilan como ensambles impresionantes, con muchas estrellas que engalanan la pantalla con minúsculos cameos.
Bill Murray, F. Murray Abraham, Charlotte Gainsbourg, Willem Dafoe, Tom Hanks, Rupert Friend, Bryan Cranston, Jeffrey Wright, Hope David, Benedict Cumberbatch, son algunos de los nombres que aparecen con pequeñas participaciones.
Hay secuencias oníricas, como viajes astrales del alma que se va y viene entre el más allá y el más acá, para representar una risible comparecencia ante el altísimo, para entregar cuentas, y entrar a la gloria.
Como en todas las cintas del realizador, hay una agradable sensación de libertad creativa más allá de los límites establecidos por las narrativas convencionales. Anderson deja volar sus intenciones y emprende una desbocada carrera para obtener imágenes singulares y diálogos rápidos como arma de repetición, para dejar al público estupefacto.
Aunque ya se ha visto todo, todo es, al mismo tiempo nuevo, pues cada toma es como una precisa obra artesanal mezclada con personas que expresan emociones, para desarrollar dramas que avanzan a trompicones, acercándose a veces peligrosamente a los sinsentidos.
Puede ser que resulte efectiva esta historia a la que bien pudieron rasurar media hora, pero el tiempo restado sería el que uno se pierde de ver el preciosismo visual de un autor de facturas únicas e imposibles de copiar.
El Esquema Fenicio no es para todos los públicos. Pero los que estén familiarizados con el mundo de Wes Anderson seguramente la disfrutarán.
@LucianoCampos G