Lo que ofrece El Duro, como película de entretenimiento, es un festival de puñetazos.
En su interpretación de Dalton, el sacaborrachos del bar, Jake Gyllenhaal, utiliza las artes de la UFC, con su lucha extrema y de goles demoledores. El combate de contacto total es mucho más moderno que los métodos refinados de artes marciales que utilizó el finado Patrick Swayze, en la versión original de 1989, que toma como base argumental la de ahora.
De reciente estreno en TV por Prime Video, el drama de acción, mezclado con comedia, se desliza sobre los terrenos de la violencia gratuita en situaciones inverosímiles, pero con una carga de adrenalina pura.
Dalton es un ex competidor del octágono que se involucra en el bar Road House de Florida, que es permanentemente asediado por gamberros ocasionales, y por los caciques del pueblo, que quieren adquirirlo. Frustrados por la resistencia del nuevo defensor, al que no pueden vencer con simples golpeadores, llaman a un oponente formidable, el psicópata Knox (Conor McGregor) también ex peleador profesional que está a su nivel e incluso por encima. La cantina se convierte así, en un hervidero de riñas, mientras el grupo que ameniza la noche se mantiene impávido.
Toda la historia es una progresión de clichés divertidos, que abonan solo emociones sencillas a la trama que, temáticamente, no aporta nada. Dalton, como se ve a millas de distancia, dejó las luchas porque lastimó a quien no debía. Pese a que es un tipo extremadamente duro, tiene muy buen corazón y se apiada de sus enemigos que no son más que tontos aspirantes malvados que jamás podrán doblegarlo. Y, por supuesto, encuentra el amor en el pueblo.
Se agradece el noble gesto de la producción, de aproximar a públicos nuevos este clásico de culto de los 80. Lo que no se entiende es porqué hacerla con un guion tan deficiente, que subordina toda la historia a los golpes, con coreografías excelentemente elaboradas, pero que se pierden en su vertiginosa sucesión de reyertas que no aportan nada.
De dos horas de duración, la cinta emplea toda la primera mitad en presentar al personaje, como un monigote que tira golpes de manera incesante, con secuencias que se vuelven repetitivas. Hasta que aparece, en la parte complementaria, McGregor, en su debut en la pantalla. Como real peleador del combate mixto, es reconocido como un irlandés violento dentro y fuera de la jaula, lo que proyecta muy bien en la pantalla.
El siempre eficiente director Doug Liman (Bourne Identity, Mrs. And Mr. Smith) se concentra más en la forma que en el fondo. Como un estilista deja que mucha acción sea enmarcada con tomas subjetivas y realistas confrontaciones, como simples dulces visuales.
Gyllenhaal hace eficientemente la tarea, con una repetición del papel de Billy Hope, el noqueador de Redención (2015). Pero no se entiende la selección de su oponente. McGregor está sub actuado, al punto de la broma. Mal dirigido, mal intérprete, parece que no tuvo conducción en el set, pues su papel es descontrolado. Se ve su intención por representar a un tipo prepotente e inmisericorde, pero sus modos son los de un niño hiperactivo y destructor, que tira golpes entre bromas y risotadas. Por su estilo desenfadado y retador es un imán mediático, pero aquí paree un can que salta sin orden.
Queda en El Duro, como saldo de sucesiones de patadas, costalazos y candados, una película que es simplemente divertida, como entretenimiento instantáneo. Solo eso.
(Es importante ver las escenas en los créditos finales, para descubrir que la historia no termina como se suponía).
@LucianoCampos G