Inesperadamente, del anonimato, emerge Bailarina (Ballerina) una espléndida obra familiar, que sigue a dos huérfanos adolescentes que, en París del siglo XIX, pretenden conquistar al mundo.
No es Pixar, ni Disney o Dreamworks, ni siquiera Illumination. El estudio es Quad Productions, de Francia, poco conocido en América, que llena de luz y esperanza la pantalla con la historia de Felicie, la parte femenina del duo, que sueña con incorporarse a la prestigiosa escuela de la Ópera de Ballet de París.
La animación, si bien no es vanguardista, es lo suficientemente digna para competir en el mercado internacional. Pero la que la diferencia de otras producciones, es que tiene su propio corazón y transpira optimismo, en un universo fantástico, lleno de magia, color y sueños gloriosos al alcance de una pirueta.
Summer y Warin muestran la capital gala cuando era el centro del arte, de la bohemia, de la acción creativa en el mundo. En ese escenario romántico, descrito con una palpitante policromía, viven Felice y Víctor, dos chicos emprendedores que crecen en un hospicio. Abandonados por sus padres, se tienen el uno al otro. Ella sueña con ser corista. Él se asume como un grandioso inventor bañado de fama y reputación.
Los chicos son inquebrantables. Buscan escapar de su confinamiento rural de manera permanente, hasta que lo consiguen con ayuda de uno de los inventos deschavetados y audaces.
En París, los muchachos son inmensamente felices. Es el lugar que los merece en este mundo. Víctor echa a volar, literalmente sus sueños. Ella se aproxima al recinto anhelado.
Como extraídos de un capítulo de Los Miserables, andan por la calle como parias, buscando su suerte y la encuentran.
Bailarina habla de las maneras extrañas que tiene la vida para mostrar la verdadera vocación. Felice tiene una determinación irresistible por convertirse en artista. No sabe nada de técnica, pero está segura que al calzarse las zapatillas el milagro ocurrirá.
Pero la vida no es sencilla. Para alcanzar la cima de su pequeño mundo, deberá establecer una competencia descarnada con una rival, a la que, necesariamente, le jugará sucio, para avanzar. Y deja en el aire la interrogante sobre la manera en que hay que lidiar con los canallas, si jugando limpio, o enlodándose para estar en igualadas circunstancias.
Sin embargo, la deshonestidad tiene sus consecuencias, y la lección aprendida por ello será dura.
Las imágenes tridimensionales, si bien no alcanzan los grados de perfección de sus competidoras del otro lado del Atlántico, sí consiguen presentar cautivadores momentos de emoción y espiritualidad de personajes sólidos y muy bien elaborados.
Una de las grandes virtudes aquí es que la historia no se detiene nunca. La jornada exhaustiva de Felicie inicia con el alba, que es como su renacimiento en una nueva vida y culmina en una fastuosa ocasión, esperadísima, pero también digna de celebración, muy cercana a Billy Elliot, su antecedente directo.
La chica, convertirá en una heroína de barrio, se superpone a todas las adversidades y derrota a sus enemigos, armada de un enorme corazón y protegida por aliados impensados que el destino le proporciona.
Bailarina es una excelente cinta, con una temática conocida, pero que conmoverá a chicos y grandes con estupendos momentos cinematográficos y asombrosas coreografías de ballet.