
La historia de la Cenicienta se ha adaptado en múltiples ocasiones en su variación para las mujeres de compañía.
Anora es una mujer que cobra por favores sexuales. Es bella, solicitada y se cotiza bien. Además, es muy eficiente en su ocupación. Un día llega a requerirla un joven hijo de un archimillonario de Rusia. Lo que parece ser una cita ordinaria se transforma derroche obsceno. La cartera abierta del muchacho hace que incurran en cualquier exceso, incluido el pago desproporcionado para la chica en un alocado fin de semana.
Y, en un rapto de inspiración, el muchacho hace una propuesta matrimonial que ella acepta, lo que termina por complicar todo.
Mickey Madison estelariza esta comedia agridulce sobre una mujer que encuentra en un chico irresponsable la posibilidad de empezar una nueva vida. Podría ser que, convertida en una dama matrimoniada, obtuviera respeto, una existencia decente. La contradicción se explica sola. Es la fábula de una anti princesa obligada a pagar un alto precio por una felicidad, que quizás no puede obtener.
La cinta se basa en los contrastes brutales. La mujer es explotada sexualmente en un cabaret. Lleva una rutina azarosa en la que debe obtener dinero para sus gastos del mes. Hasta que se encuentra con el billete ganador, en forma de un chico forrado de plata. En el segundo acto, la historia se vuelve repetitiva con el derroche intercalado con escenas de intimidad, lo que provoca un ascenso inevitable de la mujer en su propia escala de ilusiones.
Supone ella que su vida perfecta continuará hasta el infinito, cuando la pregunta obligada es hasta cuando se esfumará el espejismo.
La respuesta llega más o menos a la mitad de la película y lo que parecía un paraíso de despilfarro, se convierte en un violento reproche de la familia del novio. No hay felicidad permanente para quienes la buscan por atajos sencillos.
Contrario a lo que puede suponerse, los problemas de Anora se incrementan cuando tiene la dicha al alcance de sus pretensiones. Durante años ha sido utilizada por los hombres, que la manipulan para el placer. Ahora, cuando finalmente se adueña de su sexualidad, enfrenta la oportunidad dorada de tomar control de su destino. Pero la realidad le estalla en la cara y se entera que su reciente marido no se hace responsable de sus actos y deja a sus mayores que se encarguen del pequeño problema del matrimonio, que puede generar una enorme crisis en la familia. Por ley, ya integra la parentela y, si se espabila, podrá obtener una gran tajada del tesoro del muchacho.
Aunque el drama es de conflicto de clases, por desequilibrio de fuerzas entre empleador abusivo y trabajador explotado, la manipulación por cuestión de género y el amor comprado, también es sociológico, pues echa un vistazo sobre las mil situaciones que enfrentan las mujeres que trabajan en la renta del cuerpo.
El final es amargo. No hay escapatoria para esta mujer que ha creído posible otra forma de vida, cuando la realidad se le muestra con dolorosa elocuencia.
Anora es una cinta cruda, con una gran actuación de la desinhibida protagonista.
@LucianoCampos G