Para una generación nueva que se interesa por los clásicos, qué mejor que presentarles a la más aterradora criatura de la galaxia, el xenomorfo indestructible que ha aterrorizado la pantalla en los últimos cincuenta años.
Alien: Romulus es la séptima entrega de la franquicia que se estrenó en 1979 con la comandante Ellen Ripley (Sigourney Weaver), como la exterminadora del monstruo, hasta la cuarta entrega. El maestro Ridley Scott que ha apadrinado la mayoría de los proyectos, vuelve en plan grande con una aventura claustrofóbica que no reinventa el mito, pero sí le da nueva vida, llevándolo a otros rincones del universo.
Esta entrega vuelve la serie al origen, pues es bastante parecida a Alien (1979), con el añadido formidable de todos los adelantos que la tecnología visual utiliza en la actualidad para enriquecerla.
La historia inicia en un planeta deprimente, sin luz solar, donde un grupo de jóvenes deseperanzados y sin apegos viven de la recolección de la basura. Ese mundo apesta y no frece ninguna oportunidad de mejora. El Gobierno les impide emigrar, porque son útiles en la cadena productiva. Todo es trabajar en la oscuridad y vivir en una atmósfera podrida, con una vida depauperada, entre gente fastidiada que no ve la hora de morir.
Uno de ellos tiene la idea de interceptar una nave abandonada, en buenas condiciones que va de paso sobre el espacio del planeta. Si la interceptan y la abordan para apropiársela, podrán volar, con la ayuda del hipersueño, a un lugar en otro sistema planetario, habitable, luminoso y fresco, donde pueden reiniciar sus vidas.
Los muchachos tienen ímpetus, son tecnológicamente hábiles y pueden arriesgarlo todo para recomenzar. Así que proceden. Rompen las reglas y se lo juegan todo por su libertad.
Como se puede esperar, el abordaje resulta pesadillezco, pues en la nave los espera una sorpresa desagradable, por lo que deben emprender la huida, aunque sin muchas opciones para esconderse.
Lo mejor de todo es que el horror regresa con la criatura legendaria que, como siempre ha sido, se reproduce a través de otras que se pegan en la cara y desovan directamente en el interior del receptor. Por supuesto que salen las criaturas horriblemente rompiendo el pecho de las víctimas y, cuando atacan, no se detienen hasta conseguir la muerte de la presa.
La cinta es una excelente ocasión para el suspenso y el terror de ciencia ficción con persecuciones interminables, en una atmósfera cerrada y con una excelente fotografía de Galo Olivares que se luce con iluminaciones especiales multicolores, con prevalencia del rojo.
El guion es inteligente y aunque ofrece las mismas situaciones de siempre al servicio de la enorme base de fans, con humanos que deben escapar de los aliens, hay giros inteligentes e inesperados que provocan tensión al máximo.
Alien: Romulus no es la mejor entrega de la serie, pero sí es una que mantiene el nivel de calidad con numerosos sustos y sobresaltos, y con actuaciones de un casting juvenil y desconocido que puede soportar el peso de una franquicia legendaria.
@LucianoCampos G