
Control Total es una intensa pieza de acción paranoica que aproxima a los espectadores a la visualización de un mundo totalitario bajo el escrutinio del Gran Hermano, que todo lo ve, todo lo oye y todo lo sabe.
Con una carga de violencia constante y persecuciones exhaustivas, la película protagonizada por Shia LeBeouf rinde tributo al cine de entretenimiento que busca, a través de la diversión, enviar un panfleto social sobre la permanente decadencia del mundo.
Steven Spielberg como productor, envuelve, en una estela de explosiones, su falta de originalidad y su acertada idea del entretenimiento como evasión. Con un derroche de producción y recursos, Control Total recuerda a 2001: Odisea del Espacio, la trilogía de Bourne, Duro de Matar 4 y Enemigo Público.
En este universo se observa, una vez más, aunque desde otro ángulo, la pesadilla de los gobiernos democráticos y los impulsores de la libertad.
El tema, abordado ya muchas otras veces en el cine, contiene elementos novedosos y sorprendentes, sin que deje de redundar en la misma idea: en un futuro que ya alcanzó a la humanidad, Estados Unidos, la nación hegemónica, con su dios presidente de la guerra, podrá controlar absolutamente todos los movimientos de todas las personas en el planeta.
La conspiración que aquí se presenta implica la posibilidad de que algún día las máquinas desarrollen inteligencia superior y un grado de razonamiento lógico suficiente para tomar decisiones ejecutivas. Es la soberbia de los humanos traspasada a las máquinas que, tarde o temprano, se saldrán de control.
Es como una ensoñación paranóica de Oliver Stone, buscando conspiraciones, rivales en la penumbra, pero con más acción que discursos grandilocuentes.
LeBeouf es un empleado mediocre y anónimo, que luego de la pérdida de su hermano gemelo, se ve involucrado en una intriga de alcances internacionales. Acompañado de Monaghan, que tampoco sabe por qué es incluida en el entramado, comenzará a descubrir un complot asombroso, relacionado con la dominación del planeta.
Para salvarse a sí mismo y al mundo, el joven fugitivo se verá obligado a transgredir la ley. Su impulso lo llevará al corazón mismo del sistema de seguridad de Estados Unidos.
Control Total afianza sus emociones en un contenido elevado de explosiones y coches demolidos. Como si los personajes estuvieran en un videogame conducido por Dios, encuentran la salida y la solución a todos sus problemas, en una voz de procedencia inexplicable que los encuentra en cualquier lugar del planeta y se aparece a través de los medios más inverosímiles guiándolos y dándoles órdenes.